Los deseos de la princesa by Cara Colter

autor:Cara Colter [Colter, Cara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2008-12-31T16:00:00+00:00

Capítulo 6

Shoshauna tomó aire y miró a Ronan de reojo. Parecía muy concentrado aquella mañana, pero no en ella y ella no podía mirarlo sin recordar sus manos sobre la espalda la noche anterior.

—¿Estás enfadado conmigo?

—¿Princesa? —contestó Ronan como si no supiera de lo que estaba hablando.

—Ayer me llamabas Shoshauna.

Ronan no contestó. No la miró. Apenas le había hablado en toda la mañana.

Shoshauna se había despertado, se había vestido haciendo un gran esfuerzo a causa de la quemadura y se había dado cuenta de que sentía la imperiosa necesidad de volver a verlo, de estar con él, pero no lo había encontrado por ninguna parte.

Al salir, había comprobado que Ronan le había dejado el desayuno preparado, pero no en el banco de piedra donde solían compartirlo todas las mañanas, sino en el comedor, donde había puesto la mesa para uno.

Shoshauna se había revelado contra aquella formalidad y se había ido fuera a desayunar. Estaba terminando de comerse la fruta y las galletas cuando apareció Ronan arrastrando un tronco.

Al verlo, el deseo se apoderó de ella; fue la misma sensación que había tenido el día anterior, cuando Ronan se había quitado la camiseta para meterse en el agua.

Aunque Shoshauna no entendía mucho de aquellas cosas, le pareció que Ronan estaba cortando madera como para cinco años.

—Buenos días, Ronan —lo saludó.

Shoshauna se dio cuenta al instante de que le había hablado con la respiración entrecortada por la emoción de volver a verlo y se había percatado en el momento de lo mucho que ansiaba ver la sonrisa de Ronan, que aquella mañana le privó de semejante placer.

De hecho, apenas le dio los buenos días, como si le molestase mostrarse educado con ella. A continuación, había comenzado a colocar la leña en completo silencio. Desde luego, parecía muy enfadado. Ni siquiera le había preguntado qué tal tenía la espalda y, aunque a Shoshauna le dolía mucho, no se atrevía a pedirle que le pusiera compresas de leche de nuevo.

Aquel hombre que tenía ante sí no parecía el mismo del día anterior.

—Ronan, ¿estás enfadado por algo? —insistió a pesar de que era obvio que Ronan tenía la intención de ignorarla.

Shoshauna se había dado cuenta la noche anterior de que algo había cambiado en él cuando le había preguntado por su matrimonio. Se había quedado muy callado cuando ella había admitido que nadie la estaba obligando a casarse.

—No, señora, no estoy enfadado. ¿Qué motivo iba a tener para estarlo?

—¡Basta! ¿Por qué te muestras tan formal? Ayer no eras así.

—Lo de ayer fue un error que no va a volver a suceder. Ayer me olvidé de quién era.

—¿Lo dices porque nos divertimos haciendo esnórquel?

—Sí, señora.

—¡Como me vuelvas a llamar señora, te tiro este coco a la cabeza!

Ronan tuvo que hacer un gran esfuerzo para no sonreír.

—Princesa, estoy trabajando. No estoy aquí para pasármelo bien, no he venido a enseñarle a nadar ni para ir a ver peces con usted. Mi trabajo consiste en protegerla, en mantenerla a salvo hasta que pueda volver a casa.

—Pues mientras has salido a recoger leña me podrían haber asesinado —le espetó Shoshauna en tono impaciente.

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